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ABBA y su estrepitoso fracaso en la Fórmula-1

El ABBA de Fórmula 1
Waterloo, Chiquitita, Mamma mia, Fernando... pocos grupos han habido en el panorama musical pop que hayan tenido el éxito y la repercusión a nivel mundial que a finales de los 70 y principios de los 80 tuvo el grupo sueco ABBA. Aún ahora, 40 años después de su lanzamiento al estrellato, muy poca gente hay que no haya tarareado o bailado alguna vez alguna de sus canciones, demostrando que ABBA es uno de los iconos musicales más importantes de la historia... para desgracia de sus detractores, claro. Estos tuvieron que sufrir la omnipresencia del cuarteto en todos los medios de comunicación habidos y por haber a nivel mundial y no solo ahí. Por si no salía bastante, faltaba la guinda del pastel: en 1981, ABBA patrocinó durante toda una temporada una escudería de Fórmula-1, siendo el único grupo musical que lo ha hecho hasta hoy ¿lo sabía?

ABBA, un icono musical mundial
El mundo de la Fórmula 1 es un mundo lleno de glamour, de tecnología punta, de velocidad, de olor a gasolina y de ruido, pero para mantener este tren de competición se necesita dinero a espuertas, que se obtiene con la publicidad y los patrocinadores. Los equipos punteros no acostumbran a tener problemas, habida cuenta la filantrópica tendencia humana a salir en tropel en ayuda del vencedor, pero para los equipos del montón no es tan sencillo. Las limitaciones presupuestarias que se encuentran estas escuderías obligan a estrujar las meninges a sus responsables (ver El sorprendente espejo del telescopio LZT) para  poder seguir en carrera, los cuales acostumbran a recortar por todos lados, aún a riesgo de reducir la calidad técnica de los vehículos y coger pilotos de dudosa competitividad. Tal fue el caso de la escudería alemana ATS.

Tommy (Slim) Borgudd
ATS, acrónimo de Auto Technisches Spezialzubehör (Accesorios Técnicos para Automóviles), una empresa dedicada sobre todo a la construcción de llantas de aluminio, era una escudería de segundo rango que, más que competir, se arrastraba por esos circuitos de Dios. En 1981, el holandés Jan Lammers, que era el piloto principal, abandona la firma aburrido por la desesperante calidad de su monoplaza, dejando a su sustituto, el sueco Tommy Borgudd, como único piloto de la escudería. Era su estreno en la F1.

Borgudd, más conocido como "Slim" Borgudd, era  un personaje peculiar. Todoterreno y todo-lo-pruebo, conciliaba su pasión por los deportes de motor con su pasión por la música. Pasión que le llevó a ser batería de diversos grupos suecos y, entre ellos, a colaborar con ABBA en la grabación de diversos discos; estableciendo una buena amistad con Björn Ulvaeus, el guitarra del grupo.

El peculiar sponsor de ABBA
No obstante, Borgudd estaba pendiente de un hilo de su participación como piloto en ATS, debido a que un patrocinador -Camel, más concretamente- se echó para atrás en el último momento. Y como quien tiene un amigo, tiene un tesoro y los amigos están para cuando se les necesita,  Björn Ulvaeus, viendo que las cosas para Slim no pintaban muy bien para cumplir su sueño de pilotar en la F1 -tenía 34 años y no era un mozuelo exactamente-, decidió que le echaría una mano para conseguir un sponsor. ¿Y qué mejor patrocinador que el grupo pop más popular del momento?

Ulvaeus y el equipo ABBA-ATS
De esta forma, ABBA patrocinaba a un paisano y amigo suyo, el cual hacía su debut en la Fórmula Uno el 3 de mayo de 1981 en Imola (Italia) en el Grand Prix de San Marino. Borgudd, luciendo orgulloso el logo de ABBA en los laterales de su flecha amarilla, acabó la carrera en una meritoria 13ª posición, que no estaba nada mal para ser la primera vez que participaba. La cosa pintaba bien, pero las cosas se torcieron un poquillo.

Björn Ulvaeus
En las cuatro carreras siguientes, a Slim parecía que le había mirado un tuerto y no consiguió ni clasificarse, lo cual tampoco dejaba en demasiado buen lugar el nombre de ABBA. Sin embargo, a pesar de que el coche era más lento que un desfile de caracoles con ciática, Slim, sacó lo mejor de sí y consiguió llegar 6º a la linea de llegada en el circuito de Silverstone (Gran Bretaña). El hecho que fuera una carrera muy accidentada y se tuviera que retirar hasta el juez de la bandera a cuadros, se ha de reconocer que también ayudó mucho -de 24 se retiraron 16, ahí es nada.

Ulvaeus y "Slim" Borgudd
Con todo, el hecho de puntuar animó al grupo, el cual se presentó al completo a la siguiente cita -Alemania- para animar a su patrocinado. Sin embargo, lo que parecía que iba ir a mejor quedó reducido a agua de borrajas, ya que el "tuerto" de anteriores ocasiones parecía que esta vez había hecho horas extraordinarias con Borgudd, viéndose obligado a retirarse por romper el motor. ¡Y que todo hubiese quedado ahí! porque de las cinco carreras que le quedaron hasta fin de temporada, tan solo en una acabó la carrera... y en 10º lugar. La retirada de los otros 14 coches se estima que fue también decisiva. ABBA, realmente, se había lucido con su "patrocinio"... aunque en realidad, tampoco se lamentaron mucho.

Un amigo, un tesoro
Lo gracioso del asunto es que parece que para ABBA, al final, el patrocinio de semejante espectáculo le salió gratis y no puso ni un euro en el monoplaza de Slim Borgudd. Según declaró el mismo Ulvaeus (el creérselo o no, queda a su libre albedrío), pusieron el nombre del grupo en el coche simplemente para llamar la atención de posibles sponsors, en un gesto de buena voluntad para con el batería metido a piloto. Gesto que, viendo la tartana con alerones que era el ATS de Slim, si algún incauto patrocinador estaba dispuesto a regalar su dinero, sin duda le quitó las ganas.

Al año siguiente, ABBA ya no patrocinó a Slim... no por nada, sino por simple imposibilidad, dado que 1982 significó la separación definitiva del grupo sueco. Tommy Borgudd, siguió su carrera automovilística y fue fichado por Tyrrell por un año -no lo haría tan mal el hombre- pero no se adaptó a su nuevo equipo, pasando después a la F3000, hasta llegar a las carreras de camiones donde se hizo el rey a mediados de los 90.

El día del estreno en Imola
Por su parte, la escudería ATS siguió dando tumbos por el asfalto con un coche obsoleto, más parecido al de los Picapiedra que a los nuevos modelos que competían, hasta 1984, en que acabó por desaparecer fruto de las disensiones internas, básicamente producidas por la insoportable personalidad de Günter Schmid, el propietario de ATS.

En definitiva, un episodio friki y desconocido que, sin duda, a más de uno de sus protagonistas le hubiera gustado guardar en lo más hondo posible de su baúl de los olvidos particular.

ABBA, un éxito en el escenario, un fracaso en el asfalto

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