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Pilatos y el revanchismo iraquí.

Ha saltado a la palestra que en Irak, el Alto Tribunal Penal ha condenado a la horca al segundo de a bordo del gobierno de Saddam Hussein, Tarek Aziz, por la persecución de partidos islamistas durante la época en que fue el primer ministro y la mano derecha del régimen. Realmente, pensar que algo se está normalizando en aquel país es vivir en los mundos de Yupi.

Ya sólo el hecho de pensar que desde la ocupación de Irak se han producido más de 66.000 víctimas civiles, hace a uno dudar de la fuerza moral que ningún tribunal en aquel país puede tener para ahorcar a nadie. Igual que les faltó tiempo para "pelarse" a Saddam, no fuera el caso que hablase más de la cuenta, el hecho de que se siga el mismo proceso con Aziz, ya es bastante sintomático del avispero en que se ha convertido el país.

Cuando se invadió Irak, se hizo con la idea de que el régimen de Saddam Hussein estaba incluido dentro del eje del mal del terrorismo islamista. Ahora, siete años después, después de una invasión que ha sido una auténtica sangría para Irak, para la economía mundial y para la estadounidense en particular, resulta que un tribunal (supuestamente democrático e instaurado por los EE.UU.), condena a muerte a un cristiano -¡Sí,sí, Tarek Aziz es católico caldeo!- por perseguir a los partidos islamistas. Algo no concuerda.

Al mismo Aziz, rendido a los invasores dos semanas después de la caída de Saddam, ya se le metió en la cárcel por 15 años el año pasado por ajusticiar a 42 comerciantes que subieron el precio del petroleo y de los alimentos ilegalmente después de la guerra del Golfo del 91, por ejecuciones extrajudiciales y por desplazamiento forzado de kurdos. Visto todo esto, choca a la vista que alguien sea llevado a la horca, justamente por hacer lo que justificó una guerra.

Pero aquí no acaba la locura. En abril de 2008, Estados Unidos entrega la custodia de Tarek Aziz -en manos americanas desde 2003- al Alto Tribunal que está controlado por iraquíes chiitas, justamente para juzgarlo por la persecución de líderes y partidos islamistas. Curiosamente, estos han empezado a hacer -a su vez- limpieza entre los cristianos iraquíes por colaboracionismo con el régimen de Saddam, lo cual hace dudar muy mucho de la imparcialidad del tribunal. Imparcialidad que le ha llevado a la condena a muerte a la horca.

Estados Unidos han perdido los papeles en Irak, y sólo tiene ganas de abandonar el avispero en que se han metido. Se han olvidado todas las excusas que provocaron la intervención militar y ni se ha conseguido democratizar Irak, ni se ha propiciado un entorno pacífico, y aún al contrario, se ha convertido en una auténtica sangría terrorista día tras día. Los extremistas que ponían en jaque la paz mundial de manos de Saddam y contra los que se tenía que luchar, han dado paso a un gobierno puesto a dedo en que la violencia religiosa ha dicho la última palabra para el reparto de poder.

En definitiva, el Tío Sam, para poderse ir de allí de la forma más rápida posible, ha creado un escenario en el cual ha hecho concesiones de todo tipo, y una de ellas, ha sido acceder al revanchismo de los que desde el inestable gobierno establecido le pueden dar un poco de paz. A Saddam lo ajusticiaron rápidamente por lo que tenía que callar; a Tarek Aziz lo acabarán linchando para poderse lavar las manos como Pilatos y huir con el rabo entre las patas de una guerra que jamás se tenía que haber producido. Eso sí, el mundo será un poco más seguro.

Qué poca vergüenza.

¿Paz Duradera? No, Justicia Universal.

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