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¿Conoces mi último libro?

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Edificis Catalans amb Història (2023)

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Las obras de nunca acabar

Obras, obras y más obras. Allá donde mires nuestras ciudades están llenas de obras. Zanjas, vallas amarillas, polvo y planchas de hierro son sus tarjetas de presentación. Y si bien son necesarias para un buen mantenimiento de las infraestructuras, lo que es absolutamente demencial es que una misma calle sea “despanzurrada” una y otra vez en lapsos muy cortos de tiempo. El cemento o el asfalto no llegan a secarse que ya están siendo otra vez levantados y llevan al ciudadano la sensación de que eso no es normal. Y no lo es.

Si no es por la electricidad, es por el gas, si no por el alcantarillado, si no por la compañía de aguas o bien por el cable... y así hasta el infinito. Las calles lejos de ser una zona de tránsito, se ha convertido en un circuito de obstáculos, donde encontrar el acceso de tu casa o la entrada al parking es un objetivo de difícil consecución, que se convierte en casi un imposible para la gente de edad avanzada. Por no hablar de los daños al mobiliario urbano,otras infraestructuras (¡cuantos sustos no han provocado!) o a los árboles, que de tanto cortarles las raíces, acaban por caer y ser un peligro a la más mínima ventolera ¿No hay forma de solventar esto? Sí, pero significaría hacer bien las cosas, y eso, en este país, es una auténtica utopía.

El hecho de que haya tantas obras, no es más que un reflejo de la nula capacidad de planificación y gestión de los espacios públicos por parte de las administraciones responsables. Una empresa no puede ir levantando las calles a su libre albedrío para trabajos de mantenimiento y a los cuatro días encontrar que otra empresa ha de deshacer el trabajo hecho anteriormente, más que nada porque no es un terreno privado, y en él los usuarios tienen mucho a decir.

La administración, por su parte, lejos de controlar el uso de los espacios urbanos, da los permisos de obras sin tener en cuenta que posiblemente existan en trámite muchas solicitudes para la misma zona, creando un caos continuo de obras y más obras. Si se tuviera dos dedos de frente –y ganas de hacerlos servir- las obras para una misma zona se planificarían para unas fechas concretas que las diferentes empresas interesadas aprovecharían para realizar sus trabajos, y así minimizar molestias y costos. Si, ya sé que estoy pecando de inocente al hablar de la administración pública.

Otra opción que encontramos es la de la construcción de galerías de servicio bajo el pavimento por las cuales pasar los cables, tuberías o cualquier otra infraestructura que tenga necesidad de ir soterrada. En algunos –pocos- casos se ha hecho efectivo y funcionan a la perfección y sin embargo no se ha generalizado. Cuando menos, resulta curioso que las mismas empresas sean las que se opongan a este tipo de soluciones, dado que para ellos priva más el mantenimiento de sus brigadas “revienta-calles” que el evitar las molestias a miles de personas. ¿En otros sitios no se cortan a la hora de echar gente a la calle por la jeta, y aquí sí? Me huele a comisión por obra hecha. Díganme malpensado.

En fin... que como no cambien mucho las cosas, tendremos que seguir padeciendo las obras durante una buena temporada y seguiremos viviendo en una eterna provisionalidad con la sarcástica excusa de hacernos “mejoras en el servicio”.

Estoy por cambiarme los zapatos por unas buenas botas. Me serán más prácticas, sin duda.

Comentarios

scape95 ha dicho que…
Me acabo de poner al día con tus posts, y me alegra ver que sigues en forma. Saludos!!
Ireneu Castillo ha dicho que…
Que Santa Lucía te guarde la vista! jajajaja! ;-)
Okok ha dicho que…
Buf, vivo en la Meridiana, cerca de Sagrera... con eso te lo he dicho todo ;D
Ireneu Castillo ha dicho que…
Otia, otia, otia... palabras mayores,amiga mia, palabras mayores! =:-{

;-)
Scratty ha dicho que…
En Tenerife andamos con más de lo mismo. Esto parece la b´suqueda del tesoro, co tanto agujero y zanja por doquier. Quieren hacernos un puerto en Granadilla, que atenta contra el medio ambiente y es innecesario, pero las empresas de construcción están en manos de los políticos. Además, tenemos el nuevo tranvía (que tampoco es necesario, pero queda mono) que se pagará con el dinero de Sanidad.
Es un asco.

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